Pequeña Reflexión entre la Religión y el Estado
Relación
entre Religión y Estado
La
correcta relación entre estado y religión debería de contemplar y respetar la
libertad de decisión de todos los habitantes del estado, sin otorgar ningún
tipo de beneficio a una religión en concreto.

Por
el mismo motivo, tampoco sería viable establecer un estado teocrático. Porque
además de lo mencionado anteriormente, en este tipo de estado la iglesia
tendría el monopolio del poder, por lo que se aleja bastante de una sociedad
democrática en la que los poderes deben estar lo más divididos posibles con el
objetivo de respetar y crear una esfera de libertades lo más amplia posible.
Además, desde mi punto de vista, las ideas religiosas no deberían de influir en
la política, ya que no podrían tomarse como argumentos pensamientos religiosos
porque cada religión tiene una idea diferente para cada concepto.
Por
eso creo que el estado que mejor ayudaría a crear una democracia ideal es el
laico, que crea una separación total entre el Estado y la religión, pudiendo
así los ciudadanos practicar cualquier tipo de religión, sin que ninguna tenga
privilegios sobre las demás o que llegue a influir en la toma de decisiones
políticas. Ya que un ciudadano libre debe ser capaz de discernir la religión
que más se adecue a su forma de pensar y a su vez poder cambiar de decisión en
un futuro sin verse influido por los beneficios o la mayor aceptación que
puedan tener otras religiones.
También
es verdad que, en la mayoría de los estados laicos, suele haber algunos
acuerdos que benefician ligeramente a algunas religiones. Pero esto podría
solucionarse fácilmente vetando esa clase de acuerdos de forma que los
ciudadanos puedan elegir la corriente de pensamiento que decidan correcta sin
verse influenciados por su estado.
Por lo tanto, desde nuestra opinión el Estado debería desvincularse totalmente de la Iglesia a la hora de ejercer sus deberes políticos para tratar a todas las personas por igual.
Por lo tanto, desde nuestra opinión el Estado debería desvincularse totalmente de la Iglesia a la hora de ejercer sus deberes políticos para tratar a todas las personas por igual.
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